PLAN LECTOR CUARTO

LA CONVIVENCIA ES...

 

Interactuar con los otros

 

Interrelacionarse; (establecer vínculos que implican reciprocidad)

 

Dialogar (fundamentalmente ESCUCHAR, también hablar con otro /s)

 

Participar (actuar con otro /s)

 

Comprometerse (asumir responsablemente las acciones con otro /s)

 

Compartir propuestas

Discutir (intercambiar ideas y opiniones diferentes con otro /s)

Disentir (aceptar que mis ideas o las del otro /s pueden ser diferentes)

Acordar (encontrar los aspectos comunes, implica pérdida y ganancia)

 

Reflexionar (volver sobre lo actuado, lo sucedido. 

 

 

 

LECTURA No. 1

EL ENCANTO DE LOS PEQUEÑOS DETALLES

 

1. Objetivo

Reconocer que los pequeños detalles hacen más agradable la vida de las personas y más fácil la convivencia.

2. Desarrollo de la actividad

“La importancia de los pequeños detalles”:

“En la vida de las personas pasan muchas cosas. Unas son fundamentales, otras insignificantes. Lo que llega a lo más hondo de nuestro ser, para bien o para mal, son los pequeños detalles: los buenos modales, el saber hablar, el acercarse a la gente en plan positivo... Los buenos modales hacen la vida más amable. Si no hay buenas maneras, todo es más estridente. La convivencia se forja con detalles como saludar, dar las gracias, pedir disculpas, preguntar y contestar con amabilidad, interesarse por los demás... Es preciso también saber hablar. Un lenguaje correcto favorece el entendimiento de las personas: hablar con respeto y elegancia, sin tacos ni palabras subidas de tono, evitando el insulto y el desprecio, sin reñir ni alzar la voz...Y acercarse a la gente en plan positivo: pensando bien de los demás, lejos de sospechas, suspicacias o desconfianzas, controlando los propios sentimientos y obsequiando a los otros con el propio optimismo, contagiando sencillez y bondad”.

José Luis ZURBANO DÍAZ DE CERIO.

ACTIVIDAD

1. Reflexiona y califica de 1 a 5 según la  importancia que  le concedas:

Frase a meditar

1

2

3

4

5

• Lo que llega a lo más hondo de nuestro ser, para bien o para mal, son los pequeños detalles.

 

 

 

 

 

• Los buenos modales hacen la vida más amable.

 

 

 

 

 

• Si no hay buenas maneras, todo es más estridente.

 

 

 

 

 

• Hay que acercarse a la gente en plan positivo.

 

 

 

 

 

• Junto a nosotros pasan continuamente personas a las que podemos hacer un poco más felices.

 

 

 

 

 

• Cuando se interesan por nosotros, nos sentimos mejor.

 

 

 

 

 

• Vivimos en el hogar, en el lugar del trabajo, con los amigos.

 

 

 

 

 

• Lo único que vale es el aquí y ahora.

 

 

 

 

 

2. Comentar, en pequeños grupos, dos cosas:

• Las ideas y sentimientos que les han sugerido las frases del cuadro “Frase a meditar”.

• Hechos o experiencias personales (positivas o negativas) relacionadas con la importancia de los pequeños detalles.

3. Elaborar una tarjeta como detalle para uno de tus compañeros. 

 

LECTURA 2.

El pez arcoiris

En alta mar, en un lugar muy muy lejano, vivía un pez. Pero no se trataba de un pez cualquiera. Era el pez más hermoso de todo el océano. Su brillante traje de escamas tenía todos los colores del arco iris. 
Los demás peces admiraban sus preciosas escamas y le llamaban “el pez Arcoíris”. 
¡Ven, pez Arcoíris! ¡Ven a jugar con nosotros! –le decían. Pero el pez Arcoíris ni siquiera les contestaba, y pasaba de largo con sus escamas relucientes. 

Pero un día, un pececito azul quiso hablar con él. 

¡Pez Arcoíris, pez Arcoíris! –le llamó- Por favor, ¿me regalas una de tus brillantes escamas? Son preciosas, ¡y como tienes tantas . . . ¡ 

¿Qué te regale una de mis escamas? ¡Pero tú qué te has creído! –Gritó enfadado el pez Arcoíris- ¡Lárgate, fuera de aquí! 

El pececito azul se alejó muy asustado. Cuando se encontró con sus amigos, les dijo lo que le había contestado el pez Arcoíris. A partir de aquel día nadie quiso volver a hacerle caso, y ya ni le miraban; cuando se acercaba a ellos, todos le daban la espalda. 

¿De qué le servían ahora al pez Arcoíris sus brillantes escamas, si nadie le miraba? Ahora era el pez más solitario de todo el océano. Un día, Arcoíris le preguntó a la estrella de mar: ¡Con lo guapo que soy. . .! ¿Por qué no le gusto a nadie? 

No lo sé –le contestó la estrella de mar-. Pregúntale al pulpo Octopus, que vive en la cueva que hay detrás del banco de coral. A lo mejor él tiene la respuesta

. El pez Arcoíris encontró la cueva. Era tan oscura que casi no se veía nada. Pero, de pronto, en medio de la oscuridad, se encontró con dos ojos brillantes que lo miraban.

 
Te estaba esperando –le dijo Octopus con una voz muy profunda-. Las olas me han contado tu historia. Escucha mi consejo: regala a cada pez una de tus brillantes escamas. Entonces, aunque ya no seas el pez más hermoso del océano, volverás a estar muy contento.

 
Pero. . . Cuando el pez Arcoíris quiso contestarle, Octopus ya había desaparecido.

 
“¿Qué regale mis escamas? ¿Mis preciosas escamas brillantes? –pensó el pez Arcoíris, horrorizado. ¡De ninguna manera! ¡No! ¿Cómo podría ser feliz sin ellas?” 

De pronto, sintió que alguien le rozaba suavemente con una aleta. ¡Era otra vez el pececito azul! 
Pez Arcoíris, por favor, ¡no seas malo! Dame una de tus escamas brillantes, ¡aunque sea una muy, muy pequeñita! El pez Arcoíris dudó por un momento. “Si le doy una escama brillante muy pequeñita –pensó-, seguro que no la echaré de menos.” 

Con mucho cuidado, para no hacerse daño, el pez Arcoíris arrancó de su traje la escama brillante más pequeña de todas. 

¡Toma, te la regalo! ¡Pero ya no me pidas más! ¿Eh?

¡Muchísimas gracias! –Contestó el pececito azul, loco de alegría-. ¡Qué bueno eres, pez Arcoíris! El pez Arcoíris se sentía muy raro. Siguió con la mirada al pececito azul durante un buen rato, viendo cómo se alejaba, haciendo zigzags, y deslizándose como un rayo en el agua con su escama brillante. Al cabo de un rato, el pez Arcoíris se vio rodeado de muchos otros peces que también querían que les regalase una escama brillante. Y, ¡quién lo iba a decir! Arcoíris repartió sus escamas entre todos los peces. Cada vez estaba más contento. ¡Cuánto más brillaba el agua a su alrededor, más feliz se sentía entre los demás peces!

Al final, sólo se quedó con una escama brillante para él. ¡Había regalado todas las demás! ¡Y era feliz! ¡Tan feliz como jamás lo había sido! 

¡Ven pez Arcoíris, ven a jugar con nosotros! –le dijeron todos los peces. 

¡Ahora mismo voy! –les contó el pez. Arcoíris, y se fue contentísimo a jugar con sus nuevos amigos.

 


Respondemos: 
1. ¿Por qué el pez arcoíris se quedó sin amigos? 

2. ¿Cómo se sintió luego? 

3. ¿De qué forma solucionó ese problema? 

4. ¿Por qué el pez arcoíris quedó contentísimo?

5. Nombra acciones, actitudes o palabras que hacen que uno se quede con pocos amigos.

6. Nombra acciones, actitudes o palabras que ayuden para tener una mejor relación con tus compañeros.

 

LECTURA 3.

Palabras dulces


Esta mañana, Lola se ha despertado con palabras dulces en la boca. 

“Están aquí”, dice, “siento cómo se hinchan bajo los cachetes”. 

A Lola le gustaría decir sus palabras dulces a papá. Pero es demasiado tarde. Papá se va.

A Lola le gustaría decir sus palabras dulces a mamá. Pero mamá tiene mucha prisa. 

“Mamá, me gustaría decirte. . .”, cuchichea Lola. 

“Luego, cariño”, contesta enseguida mamá. “Llegarás tarde a la escuela”.

En el colectivo, hay demasiado ruido para decir palabras dulces. 

En el patio de la escuela, Lola se acerca a la maestra. Pero la señorita ya tiene a un pequeñín en brazos. 

Su compañero de mesa no le cae muy simpático. No tendrán sus palabras dulces. 

A mediodía, en el comedor, todo el mundo mastica. Lola no dice nada. “Las palabras dulces”, piensa, “no son para masticar”. 

Es la hora de recreo. Todas juegan en patio. Lola no ha podido soltar ni una palabra, y aún menos una palabra dulce. 

A la salida, ahí está Frankie. Es a él a quien quiere ofrecer sus palabras dulces más dulces.

¡Qué grosero! Pasa por delante de sus narices sin pararse, sin decirle nada, sin esperar sus palabras dulces. 

En el autobús, sigue habiendo demasiado ruido. De todos modos, ahora, Lola pone mala cara. 


“¡Mamá, papá, los adoro! ¡Los quiero mucho! ¡Muchísimo!”

 Lola ha logrado por fin decir sus palabras dulces. Las palabras dulces, al irse, dan efecto. Enseguida, todo son mimos y besitos para Lola. . . . 

Pero, mientras sube hacia su habitación, está un poco preocupada: ¿y si mañana ya no vinieran las palabras dulces? 

Tan pronto como Lola apaga la luz, se queda más tranquila. Las palabras dulces de mañana ya están en su habitación. 
Esta mañana Lola se ha despertado con palabras dulces en la boca. 

 

ACTIVIDAD

1- Escribimos todas las palabras dulces que se nos ocurra. 

2- Inventamos una historia cortita pero que en vez de palabras dulces sean de palabras amargas.

 

 

 LECTURA 4

El cuento de los  cucharones largos

En cierta ocasión, un sultán, que tenía fama de ser muy excéntrico, dio una fiesta en el palacio e invitó a todos sus amigos del reino. Estos concurrieron al agasajo con gran algarabía y expectativas, engalanados con sus más hermosos vestidos y joyas. Luego de las presentaciones, salutaciones y protocolos, los invitados fueron entretenidos con danzas exóticas y toda suerte de diversiones que disfrutaron y aplaudieron con gran entusiasmo. Todo era de gran esplendor y los invitados estaban maravillados.

Pero la comida no llegaba. A medida que pasaba el tiempo, crecían más y más las expectativas y también el hambre. Una situación de esa naturaleza no era para nada lo acostumbrado. Hubo muchos más números y espectáculos que distraían, en parte, a los invitados. Algunos se había malhumorado, pensando que habían sido objeto de alguna broma grosera, pero era tal el prestigio y seriedad del sultán que decidieron esperar un poco más para ver qué ocurría y aguardaron en silencio.

Después, hubo cantos, poesías y regalos para todos. Cuando la  situación ya se hacía insostenible, fueron invitados a pasar a una sala especial, donde estaba la comida. Allí encontraron una gran olla llena de sopa, que despedía un aroma tan exquisito como jamás habían conocido los amigos del sultán.

Cuando los invitados corrieron a la olla, comprobaron que no tenía un  cucharón común para servirse, sino que tenía muchos, muchos cucharones con mangos inmensamente largos. Estos cucharones eran los únicos elementos que había para servirse tan deliciosa comida, pues tampoco se veían platos donde colocar la sopa. Trataron de tomarla, entonces, desde el cucharón, pues, a esta altura de los acontecimientos, estaban casi muertos de hambre. Pero como los mangos de los cucharones eran más largos que los propios brazos de los comensales, no pudieron llevárselos a los labios.

Como la sopa estaba hirviendo, tampoco pudieron asir el mango de los cucharones desde su parte inferior y llevárselos a la boca porque se hubieran quemado las manos al estar estos muy calientes. Probaron y probaron sin ningún resultado. Estaban ya sin fuerzas, hambrientos y confusos.

De repente, a uno de los invitados se le ocurrió tomar el cucharón de la  manera usual y darle a otro invitado de comer. Este último, entonces, comió.

Además, con el tiempo que había transcurrido, la sopa ya estaba templada.

Cuando los demás vieron esto comenzaron a imitarlos y así pudieron comer todos. Comprendieron que la única forma de alimentarse en aquel palacio era sirviéndose los unos a los otros.

ACTIVIDAD

1. ¿Cuál es su opinión sobre el cuento?

3. 2. ¿Cuál es el mensaje del mismo?

¿Podrían trasladar la idea del cuento a alguna situación cotidiana de la escuela?

 

LECTURA 5.

La historia de un puente

La convivencia

Se cuenta que una vez dos hermanos que vivían en granjas vecinas, separadas apenas por un río, entraron en conflicto. Fue la primera gran desavenencia en toda una vida de trabajo uno al lado del otro, compartiendo las herramientas y cuidándose mutuamente.

Durante años, ellos habían trabajado en sus granjas. Al final de cada día habían atravesado el río y disfrutado uno de la compañía del otro. A pesar del cansancio hacían la caminata con placer, pues se amaban.

Pero ahora todo había cambiado. Lo que comenzaba por un pequeño malentendido, finalmente explotó en un cambio de insultantes palabras, seguido por semanas de total silencio.

Una mañana, el hermano más viejo sintió que golpeaban su puerta.  Cuando abrió, vio un hombre con una caja de herramientas de carpintero en la mano.

—Estoy buscando un trabajo, —dijo este— Quizá tenga algún pequeño servicio que yo pueda hacer.

—Sí, —dijo el granjero— claro que tengo trabajo para Ud. ¿Ve aquella granja al otro lado del río? Es de mi vecino, en realidad es de mi hermano más joven. Nos peleamos y no puedo soportarlo más. ¿Ve aquella pila de madera cerca del granero? Quiero que Ud. construya una cerca bien alta a lo largo del río para que yo no pueda verlo más.

—Creo que entiendo la situación, —dijo el carpintero— Haré un trabajo que lo dejará a Ud. satisfecho.

El granjero compró los materiales y marchó una semana a vender el grano. Al regreso, en vez de un cerco había un puente que unía las márgenes del río. Era realmente un bello trabajo, pero el granjero estaba furioso y le dijo-.

—Ud. fue muy atrevido en construir ese puente después de todo lo que le conté.

Sin embargo, la sorpresa no había terminado. Al mirar nuevamente hacia el puente vio al hermano que se acercaba desde la otra margen corriendo con los brazos abiertos. Por un instante permaneció inmóvil, pero de repente en un impulso corrió en dirección del otro y se estrecharon en un fuerte abrazo.

El carpintero estaba partiendo con su caja de herramientas cuando el hermano que lo contrató dijo emocionado:

—Espere, quédese con nosotros por unos días...

El carpintero respondió:

—Me encantaría quedarme, pero desgraciadamente tengo muchos  puentes que construir.

ACTIVIDAD

1. ¿Cuál es su opinión sobre el cuento?

2. ¿Cuál es el mensaje del mismo?

3. ¿Podrían trasladar la idea del cuento a alguna situación cotidiana de la escuela?

 

LECTURA 6.

¿Cómo hacer para arreglar al mundo?

La convivencia

Un científico, que vivía preocupado con los problemas del mundo, estaba resuelto a encontrar los medios para aminorarlos. Pasaba días en su laboratorio en busca de respuestas para sus dudas. Cierto día, su hijo de y años invadió su santuario decidido a ayudarlo a trabajar. El científico, nervioso por la interrupción, le pidió al niño que fuese a jugar a otro lado. Viendo que era imposible sacarlo, el padre pensó en algo que pudiese darle con el objetivo de distraer su atención.

De repente se encontró con una revista, en donde había un mapa del mundo, justo lo que precisaba. Con unas tijeras recortó el mapa en varios pedazos y junto con un rollo de cinta se lo entregó a su hijo diciendo:

"Como te gustan los rompecabezas, te voy a dar el mundo todo roto para que lo repares sin ayuda de nadie".

Entonces calculó que al pequeño le llevaría 10 días componer el mapa, pero no fue así. Pasadas algunas horas, escuchó la voz del niño que lo llamaba calmadamente.

"Papá, papá, ya hice todo, conseguí terminarlo".

Al principio el padre no creyó en el niño. Pensó que sería imposible  que, a su edad, hubiera conseguido recomponer un mapa que jamás había visto antes.

Desconfiado, el científico levantó la vista de sus anotaciones con la certeza de que vería el trabajo digno de un niño. Para su sorpresa, el mapa estaba completo.

Todos los pedazos habían sido colocados en sus debidos lugares. ¿Cómo era posible? ¿Cómo el niño había sido capaz? De esta manera, el padre preguntó con asombro a su hijo:

- Hijito, tú no sabías cómo era el mundo, ¿cómo lo lograste?

- Papá —respondió el niño—yo no sabía cómo era el mundo, pero cuando sacaste el mapa de la revista para recortarlo, vi que del otro lado estaba la figura de un hombre. Así que di vuelta los recortes y comencé a recomponer al hombre, que sí sabía cómo era. "Cuando conseguí arreglar al hombre, di vuelta la hoja y vi que había arreglado al mundo".

ACTIVIDAD

1. Cuál es el mensaje del cuento.

2. Menciona dos acciones con las que tu podrías arreglar el mundo

 

FELICITACIONES AMIGUITO HAZ TERMINADO TU PROYECTO.

RECUERDA...

 "La palabra tiene mucho de aritmética: divide cuando se utiliza como navaja, para lesionar; resta cuando se usa con ligereza para censurar; suma cuando se emplea para dialogar, y multiplica cuando se da con generosidad para servir" Siller, Carlos

 

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